Tal
vez uno de los más difíciles acompañamientos sea el estar al
lado de una persona que sufre de depresión.
La persona deprimida no encuentra fácilmente consuelo y los
familiares y amigos se sienten frustrados en cada nuevo intento
de sacarle
aunque sea una sonrisa.
Si Ud. como familiar o amigo puede entender qué es lo que le
está pasando a la persona que tiene
al lado, entonces no sólo podrá ayudarlo a estar mejor, sino
que también Ud. dejará de sentirse frustrado.
Cuando una persona sufre de una enfermedad física y tiene
que quedarse en cama tomando medicinas, entendemos rápidamente
lo que le sucede. Con sólo mirarlo vemos su dificultad
y no le exigimos que se levante de la cama. Lo cuidamos, lo
comprendemos y lo acompañamos hasta que mejore.
También sabemos que quien padece de una enfermedad física
tiene afectada una parte de
su cuerpo, pero no su mente. En cambio, en la depresión
y en todas las enfermedades mentales,
se afecta el sistema de pensamiento y no se tiene una cabeza
de repuesto para poder pensar e interpretar la vida de la misma
manera que se hacía antes de enfermar.
A la persona deprimida no la vemos con un termómetro
al lado de la cama y sin embargo no puede hacer lo mismo que
hacía antes; está tan limitado como cualquier
enfermo, no se puede mover, no puede cambiar, no puede sentirse
bien y no puede encontrar una salida.
Sentimos
que no nos valora, que nuestro amor no le es suficiente y que
nuestra compañia no le
sirve para nada. Da lo mismo que estemos o no y en ocasiones
sentimos que si estamos, molestamOs.
Cada palabra de aliento que le damos, vuelve pulverizada en
frases como:
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